Viajar a Cheliábinsk
«Chely», como la llaman cariñosamente sus habitantes, tiene por símbolo al camello, inmortaliza a mendigos y saxofonistas en esculturas al aire libre y atribuye a una intervención divina el dramático impacto de un meteorito que sufrió en 2013.
La historia de Cheliábinsk comienza en 1736 con la construcción de una fortaleza a orillas del río Miass, en la frontera entre el este de los Urales y el inmenso reino de Siberia. Gracias a su situación geográfica se convirtió rápidamente en un gran centro de transportes y comercial de Eurasia en el siglo XIX, lo que le ganó el apodo de «Chicago tras los Urales». Durante la época de Stalin se convirtió en uno de los centros industriales más importantes del país.
A la sombra de la actividad industrial encontrará una dinámica gran ciudad rusa con numerosos centros universitarios y de investigación, decenas de centros culturales y heteróclitos monumentos arquitectónicos, desde eclécticas residencias de la Rusia prerrevolucionaria hasta edificaciones constructivistas y modernos rascacielos de cristal.
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