Viajar a Praga
A orillas del río Moldava, se encuentra la ciudad que algunos comparan en belleza con París. Aunque parezca exagerado, Praga es una hermosa ciudad, como montada para servir de escenario cinematográfico de época.
Los europeos la descubrieron tarde, ya que la Revolución de Terciopelo sólo allanó el camino para el turismo en 1989. Sin embargo, el flechazo fue instantáneo.
Un paseo por el Puente de Carlos, una obra del siglo XIV con bandas al aire libre y los cientos de personas que lo cruzan, nos recibe en la ciudad de la manera más romántica. El centro histórico, la Ciudad Vieja, es, en su totalidad, una fiesta gótica que recorrerá con entusiasmo de un extremo al otro.
Praga es rica en arte, como descubrirá visitando sus galerías, el monasterio de Santa Inés de Bohemia con sus impresionantes tallas en madera, las obras del movimiento cubista y surrealista reunidas en Veletržní o los escenarios de teatro negro.
Caminando por la ciudad, su arquitectura es un placer para los ojos. Los edificios de estilo art nouveau, barroco y gótico en una mezcla armoniosa estimularán sus paseos urbanos en medio de hermosos jardines, capillas históricas y pintorescos puestos de café o bebidas, sin tráfico turístico. Los distritos de Vinohrady y Bubeneč están hechos para postales, enmarcando vistas espectaculares que uno esperaría ver en metrópolis como Londres y Roma.